Antetos y Haalands

Albert Blaya Sensat
3 min readFeb 19, 2020

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Nuestros padres no están preparados. Y dudo que nosotros, los que ya llevamos un tiempo (pero no mucho) prudencial en esto del deporte. Las cosas cambian a una velocidad desorbitante, cada día, en cada partido, todo es igual que siempre pero un poco distinto a lo de siempre. La Champions League sigue oliendo igual, pero no es la misma. Hay monstruos que la cortejan de forma salvaje a una edad muy temprana. Es la era del no-miedo, del desafío, de chavales que desde muy pequeños tienen el cerebro saturado de imágenes que desprenden grandeza. Nunca antes fue tan bestia. Haaland es la sublimación del molde casi absurdo que imaginamos. Su bisoñez no es sino una prueba de un cambio que asusta de lo vertiginoso que se prevee.

Recuerdo cuando un día de verano mi padre me dijo que este año habían elegido en el Draft a un jovencísimo jugador griego de 2,11 que podía jugar de base. Flaco, desgarvado, un cuerpo como de videojuego, como de niño que ha crecido demasiado rápido. Giannis Antetokounmpo me generaba una especie de excitación dócil. Como si se tratara de una especie única, como si la NBA fuera un circo. Años después, el raquítico jugador griego es uno de los 5 mejores de la NBA. MVP. Sus brazos y piernas, antes extensiones larguísimas, como patas de un insecto mutante, son extremidades poderosísimas, devastadoras. Anteto es un salto evolutivo. Un molde que solo por sí solo hace replantear todo un deporte. Capaz de hacer punto de campo a campo con dos botes, empezar un mate desde la línea e 6,75, taponar desde lejísimos. Su físico evoluciona, pero nosotros no. Estamos en carreras distintas, y nos limitamos a regocijarnos en el asombro diario y la estupefacción cada vez más absorbente.

Erling Braut Haaland. Un nombre que apenas tiene rivales. Molón. Erling Braut, con este nombre cualquiera marca goles. Es hasta fácil. Lógico. Reconozco que le he visto poco, quizás por eso el impacto de su doblete y su portentoso partido ante el PSG me resultó desconcertante. Jamás había visto un físico parecido en el césped. Su rostro es perturbador, no esconde su precocidad, pero sí la reprime, haciéndole parecer ya un adulto. Su altura, descomunal, provocan auténtico pavor a ojos del espectador. Capaz de recorrer el campo en un tiempo que ríete tu de Usain Bolt, con una zancada gigantesca, antetokoumpiana. Sus movimientos, lejos de la torpedad que se le presuponen son acompasados, dóciles e inteligentes. Juega como si midiera 1,75. Corre como casi nadie. Haaland es un molde imaginario, el que creas en el Fifa para echarte unas risas y le tiñes el pelo de rosa y le pones gafas. Su disparo, inapelable, es consecuencia de un 99 en la barrita de “potencia”. Otro salto evolutivo, un salto que abre una brecha peligrosa, pues los que crezcan con esta generación normalizarán lo inimaginable. Normalizarán lo anómalo.

Ha debutado, por fin, Zion Williamson. Cada mañana me engancho a mi portátil para ver sus partidos. Los miro ya no como aficionado al baloncesto, sino como alguien que busca algo nuevo, estímulos. Como cuando vas al cine. Es un jugador tan distinto, tan sorprendente, que logra llegar a partes de tu cerebro que creías que no existían. Zion parece creado por todos nosotros, como si nos hubierans preguntado qué queríamos ver. Poderoso, fuerte, rápido, saltador, competitivo, humilde. 130 kilos moviéndose como si fueran 85.

Todos ellos comparten una complicidad muda ante lo anómalo y paranormal. Todos son moldes imposibles, de dibujos animados, creados para generar esa expectación excitante a ojos del espectador. Máquinas de generar visitas, dinero, marcas. Productos perfectos. Queremos que duren tanto como dure nuestra ilusión. Que nos la alarguen. No hay mayor placer para el que observa con obsesión enfermiza lo que sucede para luego escribirlo que apraezcan monstruos condenados a reinventar la óptica, y adaptar la terminología de siempre. Llega época de repescar adjetivos e inventar, si se puede, de nuevos. Haalands y Antetos como explicación de nuestra era.

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Albert Blaya Sensat
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Written by Albert Blaya Sensat

Periodista. Escribo para sobrevivir. Un poco de todo. Fútbol y lo que se de.

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