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DEMBÉLÉ Y EL FÚTBOL QUE NO EXISTE

Albert Blaya Sensat
4 min readSep 30, 2020

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Hay títulos que te dictan el texto, que te obligan a escribirlo. Este es uno de ellos. El nombre de Ousmane Dembélé va siempre ligado a un silencio incómodo, como si los fonemas que producimos al nombrarlo invocaran una extraña presencia, algo prohibido. En cierta medida es realmente incómodo ver el talento languidecer, estancarse. Entre lo divertido y estimulante y lo aburrido y tedioso hay solo una línea finísima que los separa, un camino de apenas unos centímetros que sirven de barrera de dos realidades tan distintas. Dembélé, castigado por las lesiones y ahora en boca de todos, pende de un hilo entre ambas realidades que lo atrapan y lo desfiguran.

Por encima de todo, este texto pretende decir una obviedad que, con futbolistas como el galo, se pasa por encima: el fútbol es como los recuerdos, pero con la diferencia que no es nuestro. Todos creemos que nos pertenece, de tanto haberlo visto. Es por eso que la figura de Ousmane ha ido ligada siempre a, digámoslo así, un fútbol mentiroso. Uno que no existe. Nosotros, el aficionado, nos creímos con plenos poderes para dibujar y trazar las líneas de un futbolista que no era de la forma que lo imaginábamos, pero nos dio bastante igual. En nuestra mente, el fútbol es nuestro. El futbolista pasa a ser, como mucho, un molde en el que vaciar nuestras fobias y nuestros deseos. Un cuenco vacío sobre el que lanzar lo que tenemos dentro. Ninguna figura era más apetecible que la del francés. Dibujamos un Dembélé que se parecía más a un ser mitológico que a un futbolista; dibujamos un jugador que solo existía en nuestras mentes.

Cuando uno mira el fútbol del francés antes de aterrizar en el Barça, se encuentra con dos realidades: la primera es que Dembélé es un futbolista que es más un segundo punta que un extremo, un jugador que actua sobre todo en zonas interiores, recibiendo a la espalda de los mediocentros y acelerando por carriles interiores. Huye del costado porque, en el fondo, es solo un niño muy bueno que quiere correr y ser importante. El segundo es que, cuando Ousmane recibía en el pico del área era mucho más probable que no pasara nada a que pasara algo. Su talento iba ligado de forma directa al espacio: cuantos más metros descubriera la defensa detrás suyo, más crecía el francés. En corto, ahí donde los talentos de, por ejemplo, Neymar, Sancho o Hazard, crece, el del francés menguaba

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Albert Blaya Sensat
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Written by Albert Blaya Sensat

Periodista. Escribo para sobrevivir. Un poco de todo. Fútbol y lo que se de.

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