El relato se llevó a Neymar Jr

Albert Blaya Sensat
4 min readAug 13, 2019

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El relato se nos llevó a Neymar Jr.

Me gustaba esta entradita a modo de presentación. Neymar Jr lleva dos años luchando contra su imagen y sus detractores, que cada día son más. Sin embargo, somos bastantes, pero muchos menos de los que deberíamos, los que desde el sofá justificamos cualquier apuesta deportiva y económica que se le ofrezca a Ney. Quitando a Leo, ÉL, el brasileño es el mayor generador de ventajas del fútbol mundial. No hay nadie que le mire a los ojos cuando se habla del cóctel regate, imaginación, determinación y producción. Ahí es un superdotado de calibre histórico.

A Neymar le persigue una obsesión. Una que que no entiende de tuiteros -por suerte- ni busca la aprobación de los mass media. Quiere trazar su camino, hacer su historia. Lo repite siempre que puede, como si fuera algo que desde pequeño le hubiera quedado grabado a fuego. Quizás es la única forma de despegarse de la alargada y pesada sombra de Lío, de no caer siempre en la comparación con sus compatriotas que le precedieron, de ser él, Neymar Jr, y no cualquier otro. Pero el relato nos venderá otra cosa. Y lo compraremos. Y así cometeremos el error de infravalorar a Neymar Jr y cuando hablemos de él no pondremos sobre la mesa su nivel y sus credenciales, sino su hermana, un cumpleaños en febrero y las malditas lesiones.

Neymar Jr decidió irse cuando le robaron su noche. Cuando los focos, que en cualquier otro sitio y otra época hubieran ido para él, fueron para otro. Cuando la imagen de aquella gesta, tatuada en la piel de muchos culés, le ignoró. La mayor remontada de la historia de la Champions le pertenecía por ser el único creyente, el que luchó contra lo inimaginable y lo venció. Tras el pitido final, un Messi extasiado y desatado se postró ante la grada, encumbrándose en una noche que no le pertenecía, pero de la que es imposible apartarlo. Todo el fútbol del Templo pasa por Leo. Todo. Y Neymar lo comprendió. Fue una noche epifánica. A su lado su historia sería siempre la del Escudero. La del Complemento. Jamás la suya. Y Neymar tenía una obsesión que le susurraba al oído que debía irse, que con Messi lo ganaría todo pero jamás ganaría el relato. Y Ney tomó Su decisión. Aún ahora, recordando su mejor momento, elige este. Y no fue un título. Sino la victoria sobre su relato.

Qué fácil es pontificar desde el sofá. Qué fácil es analizar, desmenuzar y poner en ridículo no solo la carrera, sino la vida de alguien mientras hierves el arroz o miras La que se avecina. Neymar decidió irse a un equipo sin historia, lleno de grises, de años cayendo sin plan ni ruta, sin un líder, sin un relato. Muchos le dijeron que por qué no la Premier, por qué no el City, por qué no el United, por qué no el Real Madrid. No entendieron que Ney quería hacer tabula rasa y forjarse su historia. Dos años después el tuitero colgará en su pared, orgulloso, ese tuit clarividente, lleno de verdad-le dirá a su madre- en el que vaticinaba el futuro de Ney en París como el de una estrellita alicaída y tristona, con fiestas, salidas de tono y jugando contra campesinos-Saludos, Andrés-. A nadie le importó, y aquí viene lo fuerte, el fútbol. A nadie. Salvo a los que nos gusta. A todo el mundo se la trajo sin cuidado si su fútbol mejoraba, si Neymar lograba ser el epicentro futbolístico de un equipo, si llegaba al Bernabéu absolutamente imparable en aquél mes de febrero en que durante 60 minutos hizo temblar los cimientos de Chamartín. Una noche la tiene cualquiera, dirán.

Lo cierto es que el brasileño, como dije, es el mayor generador de ventajas del mundo. Messi a parte, dixit. En París su figura se tornó más madura, más todopoderosa. De ser un extremo abierto, obediente esperando la señal de Messi, a vestirse de Leo tejiendo los hilos de su equipo, bajando, sobando la bola, acelerando y desencadenando todos los ataques. Neymar sigue jugando como si fuera un niño. Y es lo peor y lo mejor en él. A veces le sobran toques, a veces se adorna, pero joder, el fútbol está para divertirnos- ¡Ves, lo dije! Se adorna demasiado, dirá el tuitero-. Y Neymar me divierte. Y Neymar es muy bueno.

Algunos olvidan como, sin Leo Messi por lesión en 2016, Neymar fue un huracán. Con 23 años. Algunos olvidan como en la caída libre del equipo culé en 2017, cayendo sin freno frente a PSG- a pesar del milagro- y Juventus de Turín, Neymar fue el único del tridente que le miró los ojos a la muerte. El equipo estaba en coma inducido, muerto clínicamente, pero Neymar se rebelaba, incapaz de aceptar el destino. Algunos olvidarán como Zúñiga le apartó de sus semifinales, de su torneo, y su equipo cayó, sin recursos ni trucos a los que agarrarse. Algunos olvidarán como Neymar Jr sentenció al Bayern en semifinales y a la Juve en la final de la Liga de Campeones. Algunos olvidarán el temblor del Bernabéu cada vez que Ney encaraba a su par. Algunos olvidarán que llegó renqueante al Mundial de Rusia, hecho un garabato, una sombra. Algunos olvidarán que no pudo jugar la Copa América y que las lesiones lo apartaron de Mbappé, el niño, en las dos últimas Ligas de Campeones. Algunos olvidarán que sin él su PSG fue incapaz de hacerle cosquillas al Real Madrid y cayó delante del peor Manchester United en mucho tiempo, con juveniles en sus filas. Algunos olvidarán. Pero otros muchos no lo hacemos.

Neymar, ven y hazte tuyo el relato.

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Albert Blaya Sensat
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Written by Albert Blaya Sensat

Periodista. Escribo para sobrevivir. Un poco de todo. Fútbol y lo que se de.

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