Homenaje a la memoria

Albert Blaya Sensat
2 min readAug 23, 2019

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“Estaba todo dentro de mi cabeza”. La mirada de Quentin Tarantino jugueteaba con sus recuerdos, que en realidad son los de todos. Porque el cine es universal. A su derecha, Brad Pitt y Leonard Di Caprio lo miraban con cierto encanto, con una comprensión silenciosa. Todos son hijos de Hollywood, de los sesenta y su herencia glamurosa. “Once upon a time… In Hollywood” se ríe de ella misma y de todos nosotros con una acidez y una maestría encomiables.

Lo cierto es que uno ya no sabe para qué ir al cine. Qué esperar. Qué ver. La cultura, sin excepción, hace tiempo que se ha sumido en una espiral muy peligrosa en la que corre el peligro de autoahogarse por exceso y confusión. Las industrias comercioculturales han abonado el terreno con miles de películas parecidas en fondo y forma, cambiando actores como cromos y repartiendo la atención multi dispersa del público en distintos productos. El concepto “cine” hace tiempo que se había quedado emborronado. Permitid que haga un apunte aquí: “De entre las infinitas definiciones que admite la palabra cine, una de ellas se escucha en un documental sobre tenis (tal cual) que se acaba de estrenar. Dice el crítico Serge Daney que no es tanto la sorpresa de la imagen en movimiento como “la reverberación del sonido, la sensación del tiempo”. ( El Mundo)

Tarantino se regodea en el tiempo, nos lo acerca y, lo mejor, es que pone el tiempo delante de un espejo. El cine delante del cine. Como los dadaístas, el cine por el placer del cine. El plano secuencia en el que Sharon Tate (Margot Robbie) disfruta mirándose a ella misma en las pantallas del cine, buscando la reacción a su alrededor; la escena en la que Cliff (Brad Pitt) hace remedios en la antena de su malogrado amigo y el tiempo se convierte en el juguete de Tarantino, evocador, redentor. Porque al final la película es autoreferencial, es un homenaje a la memoria. A lo colectivo. A todos nosotros.

Se sirve del imaginario colectivo sociocultural de la gente para construir personajes que, siendo ficticios (los dos protagonistas) podrían haber sido cualquiera. Es un filme irreverente porque Tarantino busca desmenuzar Hollywood desde Hollywood, la ironía perversa, llevada hasta el final. Pero es maravillosa. Y entrañable.

Yo, por lo menos, no quería que acabara. Y creo que ha servido para enterrar algunas expresiones que tanto han hecho al cine, en lo negativo. “No pasa nada, “es lenta”, expresiones que han ido socavando la cultura, obligándola a viajar en tempos que no son suyos. Des de siempre ha ido más lenta, pero ahora ya no. Es bueno que una super producción obligue a recapacitar sobre estas etiquetas que tanto daño han hecho.

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Albert Blaya Sensat
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Written by Albert Blaya Sensat

Periodista. Escribo para sobrevivir. Un poco de todo. Fútbol y lo que se de.

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