Pedri: anatomia de una anomalía
En el fútbol de Pedri se detectó muy pronto una anomalía. Apenas recién nacido futbolísticamente, con su cuerpo de niño aún meciéndose en Gran Canaria, alguien avistó en el tímido Pedro González, “Pedri”, una suerte de secreto mutilado, como un corte en la superficie de su carne aún tierna que mostraba lo que quería guardar: un talento rebosante, blando y exuberante que no entendía de posiciones ni roles, sino que solo respondía ante su impulso. El fútbol, en Pedri, respiraba de una forma extrañamente natural, haciendo dudar a aquellos que lo contemplaban sobre su condición de niño, de aprendiz del balón. Apenas con 16 añitos, vestido en una timidez propia de su edad, el joven tinerfeño se fue al primer equipo sin previo aviso. Ahora, con 18 años recién cumplidos, solo nos queda preguntarnos qué esconderá Pedri tras su máscara de niño.
El día en el que debutó con Las Palmas el secretario técnico del equipo, Toni Otero, quedó perplejo. Era verano, en Marbella. Hacía calor y apenas llevaban dos semanas de pretemporada. Pedri no hablaba, sino que dejaba que su cuerpo se expresase en el césped, como un mensajero de su timidez, una rebeldía inherente que le empujaba. “Fue el mejor en el partido. Su forma de controlar el juego, de moverse por todo el campo… fue impresionante”, declaró Otero a The Athletic. Asistió, atónito, al nacimiento de una anomalía, un futbolista que no dependía de…