Todos somos unoceristas
Marcos Llorente eliminando al Liverpool de Jürgen Klopp en Anfield. Con un doblete. Es algo que, si te lo cuentan, no te lo crees y de hecho el fútbol está compuesto por millones de pequeños “si te lo cuento no te lo crees”, esa imprevisibilidad que nos ata al fatalismo que desprende el fútbol, un fatalismo carismático y que nos ayuda a esconder, a paliar, otros fatalismos. El fútbol por muy doloroso que sea, siempre lo será menos que cualquier otra cosa, pero no podemos decir lo mismo al revés. La alegría, en el fútbol, tiene poco parangón. A veces resulta incomparable. Es así de jodido. Ahora, sin fútbol, todos desearíamos volver a cabrearnos, a maldecir delante del televisor y a mostrar nuestra decepción en Twitter. Queremos estar cabreados.
Ahora nos han dicho que debemos quedarnos en casa y es algo que, hasta hace cuatro días, parecía una quimera. Todo transcurría con normalidad. Porque, en el fondo, la amamos. La rutina está terriblemente infravalorada, un poco como Thomas Partey. Lo que nos atrae del fútbol es lo que nos asusta de la vida, para que luego digan que son lo mismo. Cuando la incertidumbre y el “si te lo cuento no te lo crees” traspasan los umbrales del balompié todos empezamos a querer que no pase nada. Aborrecemos los equipos unoceristas, los que defienden con doble lateral y atacan con solo un valiente. Pero es lo que somos como especie, o es lo que deberíamos ser aunque haya mucha gente que no lo entienda.
Confinamiento voluntario es el nuevo compra obligatoria, que tuiteaba Enrique Ballester. Pequeñas trampas que pasan desapercibidas. Como sociedad llevamos tiempo queriendo destacar en algo, trascender. Hace poco lo hicimos haciendo que la jodida foto de un huevo batiera el récord de “likes” en Instagram. Fueron muchos lo que se apuntaron un tanto en esta epopeya millenial, llegando al clímax colectivo. Los humanos queremos formar parte de algo, pero solo si es “cool”, solo si tiene cierta repercusión en las redes. Confinarte implica redescubrirte, sorprenderte viendo que te interesa la paleología ornitológica y teniendo miedo de ti mismo, de ver hasta dónde eres capaz de llegar para no aburrirte. Somos delanteros que nos han puesto a jugar de laterales, a tapar la banda y subir lo justito.
Quizás cuando pase todo descubrimos que, al fin y al cabo, el fútbol no era para tanto y que lo nuestro son las plantas y el bricolaje. Espero que no dure tanto como para planteárnoslo. En el fondo todos somos unoceristas.