Zidane y su secreto

Albert Blaya Sensat
3 min readJan 9, 2020

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Lo que más nos atrae del fútbol es a la vez lo que más odiamos. Cambiar de opinión nos hace crecer, madurar, pero a la par nos sentimos ridículamente culpables, como si nuestros gustos y opiniones dejaran de tener sentido, como si nosotros dejásemos de tenerlo. Nos vemos empequeñecidos, ultrajados. Cambiar es reconocer que nos equivocamos. Aprender es, a la vez, desaprender. El fútbol es tan frágil, sus mecanismos nos son tan desconocidos y su final es tan imprevisible que es un motor de triturar opiniones, de cambiar pensamientos y sinergias. El fútbol es un deporte -casi-imposible.

Twitter es un caldo de cultivo perfecto para explicar lo que he señalado. Un espacio donde cambiar de opinión está penado; hazlo, húndete. Siempre pienso en lo jodido que lo deben tener los analistas de fútbol, y digo analista por decir algo, porque me parece un tanto absurdo este concepto. Analizar un partido, sacar conclusiones sobre un jugador en base a 90 minutos es como explicar un libro leyendo la mitad. No podemos analizar algo que no conocemos o, por lo menos, no de forma absolutista. Las verdades en el fútbol no dejan de ser juguetes del propio fútbol. La única verdad en el fútbol es que Leo Messi es el único que se ha acercado lo suficiente al fútbol en su esencia, el que más cerca ha estado de su núcleo hermético.

Zinedine Zidane es el hombre que más quebraderos de cabeza ha traído al analista en estos últimos años. Gestiona con aparente facilidad un grupo de futbolistas endiosados, millonarios y hartados de ganar. Lo hace como si dirigiese una clase de inglés para jubilados, con cierta ternura y un puntito paternalista que jamás rebasa lo indeseable. El francés es un personaje fascinante. No parece un entrenador. Cuando habla uno tiene la sensación de estar escuchando a un holograma, sus discursos son apagados, monocromáticos, sencillos. No hay rescoldos del fervor que desprenden Klopp o Guardiola. Yo, por lo menos, no lo entiendo. Zidane se me escapa.

Este Real Madrid, a quiénes muchos — me incluyo- le enterramos en setiembre, está ahora mismo jugando como hacía tiempo que no lo hacía. Una evolución paulatina, casi invisible, sin estridencias. Zidane, con su sonrisa burlona, su mirada templada y sus discursos Rajoyanos, lo ha vuelto a hacer. Vino, hizo “magia”, ganó, mató a los analistas, los volvió a matar, nos hizo cambiar de opinión tantas veces que no sabíamos ni quiénes éramos, se fue, volvió, y el ciclo parece volver a empezar. Es como una fuerza natural e indomable. El “Pennywise” de Derry, un fenómeno cíclico que no tiene explicaciones, a menos que todos nos convirtamos en niños. El niño tiene respuestas para todo.

Me rindo. Me limitaré a seguir el fútbol como a un animal mágico al que miras desde lejos con una mirada entre asustadiza y fantasiosa. Analizarlo, entenderlo, encorsetarlo, es imposible. El mejor secreto de Zidane es hacer ver que no tienes ni puta idea de nada. Ganar y parecer que no sabes por qué, que nadie lo entienda, excepto tu. Al final, no decir nada es la mejor forma de decirlo todo.

El fútbol no se puede entender, solo narrarse para, quizás, acercarnos sin quemarnos.

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Albert Blaya Sensat
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Written by Albert Blaya Sensat

Periodista. Escribo para sobrevivir. Un poco de todo. Fútbol y lo que se de.

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